La vuelta al cole: la cuesta de septiembre
La mayoría de padres con hijos en edad escolar saben que la cuesta de septiembre también existe y acostumbra a ser peor que la de enero.
Después de haber tirado la casa por la ventana para irse de vacaciones, no reparar en gastos y no pensar en lo que les vendrá después de las vacaciones, se encuentran con la cruda realidad.
No solo tienen una tarjeta de crédito con el límite sobrepasado o un nuevo crédito que pagar, sino que deben afrontar los gastos escolares: libros, material escolar, mochilas, uniformes, chándal o ropa nueva. Según una encuesta del Observatorio Cetelem, los españoles gastarán de media 300€ por niño.
Antes los libros pasaban de hermano a hermano pero hoy en día están hechos para que duren solo un curso y sea difícil su reciclaje: parecen libros de pegatinas, cuadernos de caligrafía o recortables. Son pocos los libros que pueden aprovecharse para generar un mercado de segunda mano.
Y qué decir del material escolar…Todo tiene que ser nuevo, no sirve un lápiz usado, ni ceras ni pegamentos a medias. Es curioso que cada curso cambie la marca o el tamaño de los lápices para que no puedas aprovecharlos.
Y las mochilas…El primer día parece una exhibición de cuál es la más guay. Si no estás a la última no eres nadie y si no lleva ruedas pareces un burro de carga con tanto libro en la espalda.
El uniforme o el chándal evidentemente se les ha quedado pequeño y en algunas escuelas no se admiten los parches en las rodillas que antaño cosían nuestras madres. Por suerte, en otras se acepta el mercadillo de segunda mano, aunque a veces son nuestros propios hijos los que no quieren ir con ropa reciclada.
Todo este dispendio excepcional y la palabra “cuesta de septiembre” podría aligerarse con una buena planificación financiera. Con unos sencillos trucos evitaríamos pedir créditos para irnos de vacaciones o para la vuelta al cole:
- Lo primero que debemos saber es en qué nos gastamos el dinero. Llevar siempre una libreta encima y anotar cuánto nos gastamos en cada cosa, desde un café hasta lo que pagamos de luz.
- Organizarlos por conceptos: por ejemplo, en comida, teléfonos, ropa, ocio…
- Luego analizarlos y marcarnos un presupuesto, es decir, fijarnos unos máximos a gastar para cada concepto.
- En función de nuestros ingresos crear un concepto nuevo que se llame Ahorro y destinar un 10 o 15% a crear una pequeña hucha para imprevistos. Puede que tengamos que recortar por algún lado y eso nos hará replantear si ese gasto es realmente necesario.
- Fijarnos objetivos a corto o medio plazo, por ejemplo: con el dinero ahorrado podremos irnos de vacaciones el año que viene, o si ahorramos durante 4 años quizás podremos cambiar el coche sin pedir prestado.
- Ser constante y analizar los progresos cada mes nos servirá para identificar y afrontar los imprevistos.
Conseguir que el mes de septiembre sea parecido a otro mes sólo depende de nuestra implicación, constancia y buena planificación.
Artículo de Elisa Martínez publicado en el periódico digital CatEconómica